dissabte, 27 d’octubre del 2012

Thomas Mann y el tiempo (II)

¿Puede narrarse el tiempo, el tiempo en sí mismo, por sí mismo y como tal? No, eso sería en verdad una empresa absurda. Una narración en la que se dijera: ‹‹El tiempo transcurría, se esfumaba, el tiempo fluía›› y así sucesivamente… Ningún hombre en su sano juicio consideraría algo así como un relato. Sería, poco más o menos, como si se pretendiese mantener febrilmente una única nota, o un único acorde durante una hora y eso se hiciera pasar por música. La narración se parece a la música en que se desarrolla en el tiempo, ‹‹llena el tiempo de elementos con sentido››, lo ‹‹subdivide›› y con ello crea la sensación de que ‹‹pasa algo››, por citar, con la piedad melancólica que se concede a las palabras de los difuntos, las expresiones que solía utilizar el buen Joachim: palabras que se llevo el tiempo hace ya mucho… de hecho, no sabemos si el lector es claramente consciente del tiempo a que se remontan. El tiempo es el elemento de la narración, como también es el elemento de la vida; está indisolublemente unido a ella, como a los cuerpos en el espacio. El tiempo es también un elemento de la música, que como tal mide y estructura el tiempo, lo convierte en algo precioso que se nos hace muy breve, en lo que, como ya se ha dicho, se asemeja a la narración, que igualmente (y a diferencia de la obra plástica, que se hace patente de una manera inmediata y sólo está unida al tiempo en tanto que es un cuerpo) no es más que una sucesión de elementos en el tiempo, pues es imposible presentarla de otro modo que no sea en forma de desarrollo y necesita recurrir al tiempo, incluso que intentase estar completa y cerrada en cada instante.
Estas son cosas evidentes. Pero no es menos obvio que existe una diferencia entre la narración y la música. El elemento temporal de la música no es más que un fragmento del tiempo humano y terrenal en el que ésta se vierte para exaltar y ennoblecer al hombre hasta un punto indescriptible. Por el contrario, la narración comprende dos tipos diferentes de tiempo. En primer lugar, su propio tiempo, el tiempo musical y real que determina su desarrollo y su existencia; en segundo, el tiempo de su contenido, que se presenta siempre en perspectiva, pudiendo ser la perspectiva tan sumamente distinta en cada caso que el tiempo imaginario de la narración puede desde coincidir por completo con su tiempo musical hasta estar a años luz de distancia el uno del otro.

La montaña mágica, Thomas Mann