1Q84 Libros 1 y 2 (1Q84 vols. 1 y 2)
Traducción de: Gabriel Álvarez Martínez
Fecha original de publicación: 2009
Editorial: Tusquets Ediciones
‹‹Cuando se hace algo así, el paisaje cotidiano tal vez
parezca un poco diferente al de siempre. A mí me ha pasado. Pero no se deje
engañar por las apariencias. Realidad no hay más que una››.
1Q84. Resuenan de fondo
ecos orwellianos. Pero no es más que una excusa: un juego lingüístico y fonético
para, a lo largo del libro, cuestionar la realidad.
Lo que conocemos como realidad.
La
realidad es una cosa muy extraña. Muchos factores afectan y determinan el
momento concreto del presente, lo que llamamos realidad. Que yo esté aquí delante de un ordenador escribiendo
cosas acerca de un libro es extraño. Que ustedes lo lean y que todo esto sea real aún lo es más. Depende de muchas
cosas. En primer lugar: que se hayan dado las circunstancias. Yo nací, hace un
tiempo. Vosotros también. Aprendimos a leer, aprendimos a escribir. Nos
compramos un ordenador, se hizo internet, hubo alguien que creo los blogs, y
nosotros, hoy, aquí, coincidimos, sin vernos, en un texto. “Aomame frunció el
ceño durante un rato. ‹‹ A mi alrededor no dejan de ocurrir cosas extrañas. El mundo
avanza a su capricho, a mis espaldas. Es como si estuviera jugando a que, en
cuanto yo cierro los ojos, todo se mueve.” Pero hablar de una cosa tan compleja
como la realidad y todo lo que se abarca en ella es difícil. Así que Murakami
ilustra, con su queridísima ficción (su metáfora más audaz) un mundo con dos
lunas. “Desde antes de que el ser humano hubiera adquirido el fuego, las herramientas
y el lenguaje, la Luna siempre había sido su aliada. A veces había iluminado el
mundo en las tinieblas, como una lámpara caída del cielo, y había mitigado el
miedo de la gente. Sus fases habían proporcionado al ser humano la noción del
tiempo. Parecía que el sentimiento de agradecimiento hacía la compasión
desinteresada de la Luna estaba fuertemente arraigado en los genes de la
especie humana, incluso ahora que las tinieblas habían sido expulsadas de casi
todos lados. Como una cálida memoria colectiva.” Pero parece que no todos los personajes
de esta historia vean una sola luna. Tengo y Aomame, las dos vías de tren por
las que avanza el relato, en algún momento descubren que hay dos lunas. “Otra
luna flotando en un rincón del cielo, a poca distancia de la Luna”. ¿Es
entonces este mundo real? ¿Ven todas las personas esas dos lunas en el cielo? Y
de aquí nace 1Q84. Un mundo paralelo. Un mundo que transcurre, sin transcurrir
de modo igual, en 1984. En Tokio. O no. Como en la rueda de la vida que hay en
el Tíbet. Al girar, los sentimientos y los valores suben y bajan, se hunden en
la oscuridad y se iluminan.
“−Estamos
en 1984 y esto es Tokio, Japón.
−Ojalá pudiera
afirmarlo con tanta seguridad como tú.
¡Qué raro!−
exclamo Ayumi, riendo−. Ahora mismo, ¿no eres capaz de afirmar o de convencerte
de un hecho tan obvio?”
“Toda la novela sigue la forma de El
clave bien temperado de Bach, dos ciclos de preludios y fugas compuestos en todas las
tonalidades mayores y menores de la gama cromática. Cada libro de esa obra,
como el mío, tiene 24 partes. Alterno la historia de la chica, la del chico, la
chica, el chico... de modo absolutamente simétrico. Cada pequeño fragmento
puede leerse por sí solo y el conjunto aspira a contener todos los elementos de
nuestro mundo actual. Tenía que ser una estructura repetitiva e ir variando la
intensidad en cada capítulo” dijo Murakami en una entrevista a La Vanguardia.
En uno de ellos, habla del tiempo. “El tiempo transcurre de manera irregular”. El tiempo, como la música, como la
poesía, transcurre a trompicones. A veces es intenso y pasa sin que nos demos
cuenta. Otras, en cambio, lento como un domingo de lluvia. “Tengo sabía que el tiempo
transcurre de manera irregular. En su origen es uniforme, pero, cuando se
consume, se transforma en algo irregular. Ciertos periodos de tiempo son
terriblemente largos y pesados; otros, breves y ligeros. Y, a veces, el orden
de los acontecimientos se altera y, en los momentos críticos, incluso
desaparece. También se le añade lo que no debería añadírsele. Al regular el
tiempo a su capricho, la gente quizá regule su propia razón de ser. En otras
palabras, al realizar esas operaciones, logran conservar a duras penas la
cordura. Si tuvieran que aceptar el tiempo vivido de manera uniforme y
secuencial, sus mentes no podrían soportarlo. Sus vidas serían igual que una
tortura. Así pensaba Tengo.”
También en 1Q84 hay la esencia de Murakami. Hay aquellos
personajes heridos e imperfectos, que viven apartados de los cánones y de los
tópicos. Luchan con su memoria y sus recuerdos. Intuyen y avanzan de manera
irregular. Aparece, sin verse, las paredes de la infancia, aquellas estelas que
quedaron sepultadas en la inocencia del niño. Y, tanto Aomame como Tengo,
luchan por reconocer sus efectos. Tengo era un niño prodigio en matemáticas y
cada domingo acompañaba a su padre a trabajar. Su madre había muerto, o eso le
habían dicho. Aomame, educada en una familia perteneciente a una secta
religiosa, abandonó a sus padres para
crecer sin los muros de la religión. Ella también tenía que ir, los domingos, a una Asociación de Testigos con sus padres. Tampoco hacía lo que los niños normales hacen un domingo.
Y es que Murakami aprovecha el libro para presentar la
realidad de las sectas. Para evidenciar al hombre vacío de T. S. Eliot, dominado por el Gran Hermano de Orwell. Esos elementos que nos envuelven. Y como bien se comenta en un momento de la cabeza: “Extraen de las
cabezas de la gente el circuito que les permite pensar por sí mismos. Es el
mismo mundo que el que George Orwell describió en su novela. Pero, como ya
sabrás, no son pocos los que buscan por propia voluntad ese estado de muerte
cerebral, ya que no hay duda de que así es más cómodo. No necesitan devanarse
los sesos con complicaciones; sólo tienen que obedecer lo que les dicen los de
arriba. Nunca se quedaran sin un medio de subsistencia.”
Y todo con la excursión musical y de referencias
literarias a las que Murakami nos tiene acostumbrados. Seguro que algo quiere
decirnos con la Sinfonietta de
Janácket que aparece a lo largo de la obra. Con el parecido a la obra de 1984 de Orwell. Con este fragmento en que hablan de Chéjov:
“−Chéjov dijo una vez –comentó Tamaru levantándose
lentamente−: ‹‹Cuando en una historia aparece un arma de fuego, ésta deberá ser
disparada››.
− ¿Qué quiere decir?
Tamaru se levantó para colocarse frente a Aomame y le
habló. El era unos centímetros más alto.
−Que no debe utilizarse un accesorio innecesario en medio
de una historia, si aparece una pistola, en algún momento de la historia es
necesario dispararla. Chéjov prefería escribir obras desprovistas de florituras
inútiles.
Aomame estiró de las mangas de su vestido y se echó el
bolso bandolero al hombro.
−Entonces, eso es lo que te preocupa: que si surge una pistola
quiere decir, sin lugar a dudas, en un momento dado va a ser disparada.
−Visto des de la perspectiva de Chéjov.
−Y por eso preferirías no tener que conseguirme un arma.
−Es peligroso e ilegal. Y además Chéjóv es un autor en el
que puedo confiar.
−Pero esto no es una historia, sino el mundo real.
Tamaru entronó los ojos y miró fijamente a la cara de
Aomame. Luego abrió poco a poco la boca.
−¡Quién sabe!”
2 comentaris:
No me'ls volia llegir, però m'has deixat sense arguments per no fer-ho...
El tenia abandonat a la tauleta de nit des del Sant Jordi de l'any passat. I veig que paga la pena llegir les 500 i pico pàgines. Avui l'he començat.
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